Otra mirada a La Bohemia.

 


LA BOHEMIA

Pareciera fácil hablar de la bohemia; sin embargo no es así. Primero, porque habría que definirla conceptualmente y luego analizarla como una conducta social más en nuestra realidad actual y pasada. Como vemos, tal camino nos lleva a un análisis sociológico para lo cual hay que estar muy bien calificado. Todo lo demás entra en el terreno inexacto de la especulación y quizás de la nostalgia. Finalmente cada uno podría hablar de su propia bohemia, si es que la conoció de cerca.

Partamos aceptando que al hablar de bohemia entendemos que es sinónimo de vida nocturna.   Pero se supone que cada generación puede tener una realidad particular al respecto. Por ejemplo, algunos conocidos personajes de las décadas treinta y cuarenta, se adjudicaban la “verdadera bohemia”. Eran miembros del mundo artístico, literario y periodístico, fundamentalmente. Se entiende que las condiciones laborales los llevaban a trabajar cuando el resto de la humanidad está descansando o se está divirtiendo, de manera que la noche ofrecía la única posibilidad de  tertulia.  

El reconocido y siempre querido Julito Martínez hacía verdaderas apologías de la vida bohemia de su época. Lo hacía con mucho cariño y dejando en claro que tal convivencia tenía un toque de ingenuidad y de rectitud moral.  Hablaba de gente buena, de gente valiosa. Y si alguno escapaba a la norma, pues los códigos morales lo obligaban a compartir dentro de los moldes aceptados.  Nunca habló de prostitución o de delincuencia asociada a las cofradías bohemias. Sin embargo, otro antiguo periodista declaraba que hasta los prostíbulos constituían un espacio de sana convivencia bohemia. Nos juntábamos – decía - para compartir una buena ponchera de vino arreglado y algo para picar; claro – agregaba – si alguno se quería portar mal, ese era otro asunto…


En cuanto a los lugares, se mencionaban algunos en categoría de emblemáticos. Los mismos que con el paso del tiempo fueron desapareciendo, como la parrillada El Parrón. Consecuencia natural por los grandes cambios de estilo laboral y de hábitos.

La década del sesenta ya trajo cambios fundamentales. La sociedad buscaba nuevos rumbos y cambios en las estructuras. Por consecuencia se empezó a gestar una polarización que llevó a posturas irreconciliables, la cual se fue acentuando con el tiempo hasta la crisis que terminó con el gobierno del Presidente Allende y derivó en la conocida dictadura. Se creó una especie de bohemia parcelada y privada, a la cual solo tenían acceso personajes de la farándula creada por la nueva autoridad y turbios funcionarios del régimen.


El segmento que apoyaba el programa de la UP, hizo de las peñas, su espacio de bohemia política, privilegiando las empanadas, el vino navegado y los ritmos latinoamericanos con fuerte contenido social.  El otro segmento contaba con espacios de entretención al ritmo del rock y con la vista dirigida a los Estados Unidos, con la premisa que era lo único que podía librarnos ds una supuesta “dictadura comunista come guaguas”. Se privilegiaba la música llamada “neo folklórica” sin contenido social  y también el folklore patronal tradicional en voces de los Huasos Quincheros.

Pero, en honor a la verdad, gran parte de la juventud disfrutaba de ambos ambientes. No era extraño ver a un redomado militante de un partido de izquierda bailando al ritmo del sheik en “Las Brujas”, dejándose llevar por aquella pololita cuero fino que había conseguido.

Finalmente nosotros, los del barrio, acomodábamos la bohemia de la manera más simple: en los boliches del sector mismo. No faltaba la fuente de soda que acomodaba algunos flipper o una mesa de pulina para dar satisfacción a los noctámbulos de pocos recursos y muchas ganas de vivir la noche en un ambiente familiar.


Lo que vino después ya no cae en mis registros porque la vida familiar con sus correspondientes responsabilidades, hace que uno se aleje de tales hábitos. Corresponderá a las nuevas generaciones dar cuenta de los rumbos y las formas que llegó a tomar esta conducta hasta a estos días pandémicos que estamos viviendo.

Romelio Cacheteo Smith.

Nota: Nuestros amigos de infancia y juventud, no los hemos perdido, sino que están con nosotros y tienen las mismas inquietudes que uno, el escribir y deleitar con el lenguaje escrito, y esta vez  tenemos acá a Enrique Muñoz Abarca, que nos trae esta mirada del tema que estamos tratando en esta página. 

Nuestro Romelio Cacheteo Smith, seudónimo de nuestro amigo mencionado más arriba, pretende pasar desapercibido, claro que acá en los Tiempos de la Radiolina, identificamos al cristiano, porque nos gusta que sean conocidos para que disfruten de este pequeño texto y de todos sus escritos. 

Fotografías: 1) Calle Huérfanos, Teatro Rex. 2) Parrilladas El Parrón, ubicada en Providencia, ya cerrada definitivamente. 3) Casa donde funcionaba La Peña de los Parra, en calle Carmen. 4) Amigos del barrio disfrutando de una "piscola" de aquellos años.

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